Dos homosexuales se casan y se van en viaje de luna de miel en un avión en vuelo nocturno.
Al anochecer, la azafata les entrega a los pasajeros mantas y almohadas, les desea buenas noches y apaga la luz. En la oscuridad, uno de los maricones se empieza a calentar y le sugiere a su pareja hacer el amor. El otro se niega porque cree que los pueden pillar.
El que estaba más caliente le propone levantarse y hablar en voz alta para asegurarse de que todos están durmiendo. Así es que se levante y dice en voz alta:
"¡Alguien tiene fósforos...!"
Tras repetir en tres ocasiones el pedido y como nadie contesta, los maricones empiezan a hacer el amor desaforadamente.
A la mañana siguiente, la azafata les da los buenos días y retira las mantas y almohadas. Un viejito la llama susurrando:
"...señorita, ¿puede darme una coca-cola?"
La azafata le pregunta el porqué habla tan bajito.
"Resulta que anoche a alguien se le ocurrió pedir fósforos en voz alta ¡y se lo fornicaron toda la noche!"
Al anochecer, la azafata les entrega a los pasajeros mantas y almohadas, les desea buenas noches y apaga la luz. En la oscuridad, uno de los maricones se empieza a calentar y le sugiere a su pareja hacer el amor. El otro se niega porque cree que los pueden pillar.
El que estaba más caliente le propone levantarse y hablar en voz alta para asegurarse de que todos están durmiendo. Así es que se levante y dice en voz alta:
"¡Alguien tiene fósforos...!"
Tras repetir en tres ocasiones el pedido y como nadie contesta, los maricones empiezan a hacer el amor desaforadamente.
A la mañana siguiente, la azafata les da los buenos días y retira las mantas y almohadas. Un viejito la llama susurrando:
"...señorita, ¿puede darme una coca-cola?"
La azafata le pregunta el porqué habla tan bajito.
"Resulta que anoche a alguien se le ocurrió pedir fósforos en voz alta ¡y se lo fornicaron toda la noche!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario