Un tipo fue de cacería a África. De regreso, le cuenta a un amigo:
“Estaba yo vigilando a un antílope, cuando, de repente, oigo detrás de mí el rugido de un león ‘GRRRAAAAAH’ y... ¡Ay, me cagué!”.
“Con un susto como ése, cualquiera se caga, ¿no crees?”, dice el amigo.
“No, chico, me cagué ahora que le hice ‘GRRRAAAAAH’”.
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