Un hombre que vivía en un condominio tuvo muchos problemas, ya que éste tenía un perro y la dueña del lugar una gata. La señora le dijo que si el perro le hacía algo a su mascota lo echaría de su apartamento. El trato que hicieron fue que el perro saldría en la mañana, y en la noche se quedaría encerrado para que la gata pudiera salir sin peligro alguno.
Una noche, el tipo hizo una fiesta y, sin darse cuenta, el can se escapó entre los invitados. De repente, el animal apareció con la gata muerta y sucia entre sus fauces. El hombre casi se muere del susto, y de inmediato solicito la ayuda de sus amigos, y entre todos bañaron a la gata, le lavaron el lazo, lo plancharon y la perfumaron, para posteriormente colocarla frente a la puerta de la dueña.
Apenado, el individuo evadía todos los días a la señora, hasta que un día ya no pudo y ella le contó:
"Sucedió algo muy raro. Se murió mi gata y la enterré, pero... ¡A la mañana siguiente apareció completamente limpia enfrente de mi casa!"
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